Este es uno de los platos que más me han gustado en los últimos meses y creo que gustará a muchos porque el blanqueado le quita el sabor amargo a la escarola.
- Pon al fuego una olla grande con abundante agua. Cuando rompa a hervir, mete dentro la escarola bien lavada y con el tronquito hacia abajo. Tal vez al principio no quepa, pero enseguida se bajará (ayúdate con la tapa). Déjala dos o tres minutos, solamente hasta que se afloje. Retira y escurre boca abajo.
- Cuando la escarola se haya enfriado lo suficiente para manipularla, extiéndela sobre el mármol con el tronquito hacia abajo y cúbrela con el relleno.
En este caso usé un sobrante de relleno de
berenjenas a la manera de Isquia con ligeras variantes:
ajo, aceitunas negras, alcaparras, perejil, levadura de cerveza desamargada, zumo y piel de limón, tomates deshidratados y un poco de guindilla, todo triturado. Estos sabores son ideales pero se pueden variar según lo que guste y haya.
- Enrolla la escarola bien apretada y ponla en una cazuela de fondo grueso con un poco de aceite de oliva.
Espolvorea con poca sal (el relleno ya tiene bastante) y una cantidad mínima de azúcar. Rehoga suavemente por todos los lados alrededor de diez minutos. Estará hecha cuando el rollo se vea algo encogido y como más seco, y en el fondo se haya formado una salsita ligeramente oscura.
- Corta en rodajas gruesas y sirve regada con su jugo. La puedes acompañar con patatas hervidas o en puré, o con arroz blanco.