Lo ideal sería tomarlas en una terracita de Isquia mirando
al mar, pero para eso tenemos la imaginación
al mar, pero para eso tenemos la imaginación
Plato de la tradición ischitana, llamado "la carne de los pobres", se hace con verduras muy abundantes en verano y se enriquece con sabores característicos del lugar. Como todos los platos antiguos, tiene infinidad de versiones según disponibilidad y preferencias. Esta es mitad copiada y mitad adaptada. Por supuesto puedes cambiar los ingredientes a voluntad, pero si quitas las alcaparras después le tendrás que cambiar el nombre porque, sin alcaparras, ¡no es de Isquia!
Ahí vamos: primero se prepara el relleno...
Para dos berenjenas medianas, tritura no muy finos 6-8 dientes de ajo, 15 aceitunas negras deshuesadas, 2 cucharadas de alcaparras, un manojo de perejil y otro de albahaca.
Añade 2 o 3 cucharadas de levadura de cerveza desamargada (optativo), el zumo y la piel rallada de un limón, sal y pimienta o un trocito de guindilla.
... después se rellenan las berenjenas (una mediana por persona):
Lávalas y tornea la parte verde sin quitar el cabito.
Haz en cada berenjena cinco tajos a lo largo, hondos pero sin que lleguen al centro, y mételes el relleno dentro. Esto es más fácil de lo que parece, se mantiene el tajo abierto con el pulgar de la mano que sostiene la berenjena y se va introduciendo el relleno con la otra mano.
y, por último, la cocción:
Pon 4-5 cucharadas de aceite en una cazuela o sartén grande de fondo grueso, acomoda las berenjenas y echa 1 kg de tomates frescos (o más, si cubren toda la berenjena mejor, total, la salsa que sobre se puede congelar, pero no te sobrará porque está buenísima) cortados en trozos grandes. Añade un poco de sal y unas hojas de albahaca enteras. ¡Y nada más!
Cocina tapado alrededor de tres cuartos de hora a fuego mediano, dándoles un par de vueltas a las berenjenas y controlando que el fondo no se seque (si es necesario, echa un chorro de agua caliente de vez en cuando). Si el culito de las berenjenas queda duro, recuéstalas con la cabeza apoyada en el borde de la cazuela y gíralas por todos los lados hasta que se terminen de hacer. Al final, cocina uno o dos minutos sin la tapa a fuego un poco más alto para reducir la salsa.
Sírvelas cortadas en rodajas gruesas con la salsa de tomate.