La ensalada veraniega por excelencia, porque:
1) Ayuda a broncearse:
-- Los betacarotenos contenidos en la zanahoria, el tomate y el pimiento se oscurecen por la acción del sol y favorecen la pigmentación de la piel.
-- Los flavonoides del ajo fijan el color moreno.
-- El licopeno del tomate y del pimiento protege del sol y del envejecimiento que éste provoca, ayudado por la vitamina E que contienen los aceites de semillas como el de maíz o girasol.
2) Exige masticación, lo que calma la ansiedad y ayuda a relajarse en la tumbona.
3) Es fresca y ligera, así que podréis meteros en el agua al poco rato de tomarla.
4) El ajo (sobre todo si no os cepilláis los dientes) os garantizará un radio de 10 m de playa todo para vosotros.
5) Es novedosa, y la novedad es un ingrediente esencial de las vacaciones. Porque, sioras y siores, esta vez nos comemos el penacho de las zanahorias. Que sí, que he descubierto que es comestible y lo he comprobado en dientes propios. Y es rico, sabe a sano.
Cuando pueden comerse recién cosechadas, vale la pena de aprovechar sus hojas que, nutricionalmente, tienen tanto valor como la parte que crece bajo la tierra y, además, son ricas en vitamina K, antihemorrágica, de la que carece la raíz. Las hojas también son más ricas en magnesio, mineral cuya falta se cree que puede ser una de las causas del cáncer.
Dicho esto, os conseguís un hermoso manojo de zanahorias con sus plumas y de éstas elegís las más tiernas, les quitáis los tallos y las dejáis en una vinagreta para que se ablanden un poquito.
Después:
- Cuatro zanahorias raspadas con un estropajo metálico, cortadas con cuchillo en tiras no demasiado finas y pasadas sólo un minuto por el micro.
- Medio pimiento rojo también cortado en tiras con cuchillo y pasado un minutito por el micro con dos dientes de ajo laminados: el pimiento en el centro y los ajos en el borde exterior del recipiente.
- Dos tomates frescos cortados en cuñas y unas uvas pasas sin tratar.
- Poner todo junto menos las hojas y aliñar con cuatro especias, poquísimo vinagre de jerez y poco aceite de maíz o girasol. Servir con las hojas aparte por si algún reaccionario no las quiere (coméoslas vosotros y agradecedle la deferencia).
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