Para volver una y más veces
Primera impresión: no estás en Bollywood. Ambiente chill out con los detalles exóticos justos para ponerte en clima. Música occidental, suave y de buen gusto.Segunda impresión: atención eficiente y sobria, que se irá haciendo más cercana con la sucesión de platos.Tercera impresión: en la carta hay una variedad de propuestas veganas y te ofrecen veganizar otras.
Llega el aperitivo:
Samosas, fritos de verdura en rebozado de harina de garbanzo, arroz amarillo y papads, acompañados con tres salsas: de tomate, de mango y de yogur para quienes no son veganos. Todo en su punto. Cocciones perfectas, sabores equilibrados y la posibilidad de pedir con picante o sin él. Los papads son tan ligeros que podrían salir volando. La fritura es impecable, con el rebozado entero y esponjoso. El arroz, tan fácil pero tan difícil, está excelente.
Las samosas merecen un capítulo aparte. La masa delicada y crujiente pone un agradable contraste de texturas con el relleno de patatas. Como todo lo demás, saben a fresco, a recién hecho.
Los platos principales: champiñones en salsa y cazuela de arroz y verduras al horno con tapa de masa. Pan tierno vegano. Con el aperitivo ya estábamos satisfechos pero aun así no dejamos nada.
De postre, la mejor manzana al horno que he probado. Otra vez, lo que marcó la diferencia fue el punto exacto de cocción.
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De aquí hasta que vayas, intenta adivinar qué es esto tan bonito:
Si no lo descubres, tienes un motivo más para visitar Mayura.
Eso sí, el secreto se desvela solamente a las ladies.