Un entrante divertido con anécdota
Por supuesto, no sabe a carne y se agradece porque es sabroso, fresquito y sorprendente. Y también fácil y barato.Esta receta es de Paolo Zoppolatti, un cocinero italiano que siempre me da alegrías. Cuando la presentó en televisión, contó que le habían encargado una cena para doscientos vegetarianos y se le ocurrió este plato como entrante. Pero hete aquí que, cuando los camareros empezaron a servirlo, entre los comensales se levantó un murmullo de desaprobación que desembocó incluso en protestas airadas. "¡Hemos encargado un menú vegetariano y nos ponéis carne!". Tuvo que salir Paolo y explicarles que era sandía, los ánimos se calmaron y todos contentos.
- Corta una sandía sin semillas en tajadas de 8-10 cm de base, quítales la cáscara y ponlas de lado en una placa de horno forrada con papel. Una cuña te alcanzará para 6-8 platos.
- Salpimienta, riega con aceite y hornea a 80 °C durante 35 minutos o hasta que la sandía esté compacta y elástica (al presionarla con la yema de un dedo se debe sentir como carne cruda). Si es necesario la puedes dejar hasta media hora más, a temperatura baja, pero sin que se cocine.
- Retira la sandía (conserva el jugo) y ponla a enfriar en la nevera cubierta con film.
- Mezcla el jugo de la sandía con zumo de limón y aceite de oliva para hacer un aliño suave pero sabroso.
- Corta la sandía en lonchas inclinadas, irregulares y muy finas. Usa un cuchillo largo y afilado, si tienes uno jamonero será perfecto.
Juro que no es carne
- Distribuye las lonchas de sandía en un plato, riégalas con la marinada y acompáñalas con unas hojas verdes y raspaduras de queso vegano curado o ahumado.
- Espolvoréalo todo con pimienta negra recién molida y sirve bien fresquito.