Una ensalada que apetece también en invierno
Este plato se ha llevado cuatro ¡mmmhhh..! de mi marido y la declaración de que es la mejor ensalada que ha tomado en su vida. La receta es de Arguiñano, con algunas modificaciones de mi cosecha. Espero que os guste.
Los champiñones: los cocinamos en dos tiempos para hacer un contraste de texturas.
- Corta 4 champiñones grandes en láminas y rehógalos en aceite de oliva hasta que comiencen a tostarse en los bordes.
- Añade otros 4 champiñones laminados y remueve a fuego alto solo hasta que pierdan rigidez. Condimenta con poca sal y alguna hierba fresca picada.
Yo les puse unos grelos (hojas de nabo)
picados gruesos, incluidos los tallos
La remolacha: una grande, mejor fresca y cocida en casa. Pélala y córtala en cubos.
Los huevos de fraile:
- Mezcla 1/2 taza de harina de garbanzos con 1 taza de agua sin dejar grumos. No añadas sal.
- Cocina la mezcla en un cazo, removiendo continuamente, hasta que se empiece a separar de las paredes del recipiente (alrededor de cinco minutos).
- Vuelca el contenido en un plato llano, alísalo y déjalo enfriar.
El aliño:
- Machaca 3 cucharadas de kikos (maíz frito para aperitivo) en el mortero sin reducirlos a polvo, añade el zumo de medio limón y cubre con aceite.
- Remueve con la mano del mortero hasta hacer una salsa.
El montaje:
- Pon una cama de lechuga en una fuente llana.
- Vuelca encima los champiñones y arriba la remolacha. Riega todo con el aliño.
- Desmenuza la masa de garbanzos con los dedos y esparce los trocitos sobre la ensalada. Alíñalos con aceite de oliva y espolvoréalos con sal Kala Namak.
La sal Kala Namak, o sal negra del Himalaya, tiene menos sodio que la habitual y es rica en sustancias sulfurosas que le aportan un sabor similar al del huevo cocido. Pese al nombre, no es negra sino marrón oscuro. Fíjate que no sea de otro color, que se presente en cristales y que ponga "Kala Namak", porque si no lo pone no lo es. Hay otras sales sulfurosas que no tienen el mismo sabor.
La masa de garbanzos condimentada con esta sal sustituye con éxito al huevo duro en ensaladas como los "huevos de fraile que nos muestra Angie". Eso sí: en torno a los 40 ºC la sal pierde el sabor a huevo, así que no se puede utilizar con este fin en preparaciones calientes.
Por suerte ya se consigue en las grandes superficies, esta la compré en Alcampo a algo más de 3 euros.