Por suerte hemos conseguido unos hinojos comestibles, no como esos fósiles amarronados y encogidos que se suelen ver por esta zona, para colmo a precios desorbitados. Espero que os guste cómo los hemos preparado.
- Lavar los hinojos, cortarles los tallos con las plumitas y desecharlos. Quitar las hojas feas sin rebanar demasiado el tronco y cortar los hinojos en gajos.
- Calentar aceite de oliva en una cazuela grande y poner los hinojos con un buen puñado de semillas de mostaza (que sean buenas, porque de eso depende el éxito del plato). Añadir sal, pimienta blanca y un pellizco de azúcar.
- Rehogar removiendo hasta que el hinojo quede ligeramente dorado por todos los lados mientras las semillas se van tostando sin carbonizarse.
- Echar un chorrito de vino blanco (o de agua) y dejar evaporar el alcohol, tapar la cazuela y continuar la cocción a fuego mediano hasta que los hinojos estén tiernos pero no deshechos.
- Cortar una zanahoria cruda en trocitos y ponerla en el vaso de la batidora, cubrir de aceite hasta 1-2 dedos más arriba y batir bien hasta que quede homogéneo.
- Este aceite da mucho juego. En este caso no lo he colado, pero para otros usos se puede dejar unas horas en infusión y pasarlo después por un tamiz, queda de color naranja intenso y muy sabroso (gracias, Arguiñano).
- Servir los hinojos con las semillas y chorrearlos con unas cucharadas del aceite de zanahoria.
Cocina vegetariana
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